GUION CURATORIAL
INTRODUCCIÓN
La exposición acercará al público una de las
culturas más singulares de las que perviven en la República Mexicana. Los
Huicholes o Wixaritari han tenido
históricamente una actitud hermética y esquiva con el extranjero, sólo un
puñado de estudiosos de las costumbres han podido acceder a las complejas
ceremonias de índole religiosa que son llevadas a cabo por esta etnia para que
su extraordinario universo se mantenga en equilibrio. La filtración del
cristianismo durante el S.XVII creó una fe dual, pagana y cristiana, la misma que se mantiene
hasta nuestros días y que se convierte en una extensión de sus creencias duales
originarias. Las
creencias religiosas huicholas, están muy ligadas tanto a la naturaleza como a
los ciclos naturales de fertilidad y recogimiento, es por ellos que los
símbolos animales y vegetales tienen gran importancia llegando a alcanzar la
altura de sagrados. Todo el hábitat vernáculo perteneciente a la tierra transitada
por los huicholes comprende varios Estados del noreste y centro norte de
México, en ellos, montañas, ríos, paisajes y grutas, se convierten en
receptores de los puntos cardinales mitológicos para la cultura huichol, donde
los elegidos de entre los habitantes del pueblo, depositarán las ofrendas
sagradas para estar a bien con sus antepasados.
El tema principal de la
religión huichola se refiere a una constante lucha cósmica entre los seres del
inframundo – asociados a lo femenino- y las deidades celestiales que habitan en
la región más alta del universo – asociadas a lo masculino- (Preuss, 1907)
Los huicholes
mantienen una riqueza etnográfica sin igual; basándonos en esa tradición
social/religiosa creamos la exposición Arte-Huichol. Es importante aclarar que
esta cultura es básicamente oral, la conservación de su lengua es fundamental
para la pervivencia de los usos y costumbres tradicionales. Las poblaciones
huicholas están divididas internamente por un marcado sistema jerárquico que es
posible descifrar a través de la simbología presente en los finos bordados de
la vestimenta (sobre todo masculina) y la posesión de ciertos objetos considerados
sagrados.
TEMAS:La exposición mantiene tres líneas de trabajo:
Lugares sagrados y objetos religiosos de la cultura huichol.
La estrecha relación de los huicholes con la naturaleza.
Los huicholes; como creadores contemporáneos.
DESARROLLO:
En el acceso a la sala se deberá crear un pasillo
oscuro, alegoría del alumbramiento de los huicholes, aludiendo a su concepto
cosmogónico de “dar a luz”. Éste representa el paso de la época de lluvias a la
época de sequía, tiempo en el que se realizarán todos los rituales sagrados que
confluyen en la peregrinación a Wirikuta.
En la primera
sala encontraremos
fotografías que muestren los cinco rumbos cardinales pertenecientes a los
lugares sagrados para los huicholes, mismos donde van a depositar las ofrendas
que también podrá ver el espectador. Sobre bases con capelo, en el centro de la
sala se alinearán los objetos que se exhibirán, todos tienen un uso exclusivamente
ritual como: las flechas, jícaras, nierikates, tablas votivas, tsikuris, las velas, plumas, cuerdas y
los morrales en los que se transportan las ofrendas y que finalmente también se
ofrecen. Todas estas piezas son simbólicas y en cierto grado de la
peregrinación algunos (como las plumas) adquieren un tratamiento humano. La adusta estética de estos objetos
utilitarios contrasta con la compleja iconografía desplegada en las obras
comerciales que veremos más adelante. En
la pared grande de la sala, encontraremos fotografías de gran tamaño de los ecosistemas
que recorren en su peregrinación para buscar la cactácea llamada comúnmente “peyote”,
planta que una vez masticada les permite entrar en un estado de enajenación,
necesario para entrar en contacto con sus antepasados. En esta zona frente a las fotografías de
paisaje, encontraremos cinco maniquíes enfundados en los trajes del guía
espiritual de la peregrinación y sus cuatro acompañantes, todos portan trajes
excepcionales y cargados de simbología. Desde el fondo de ese espacio, se accede a otra pequeña
habitación reservada a la proyección de un video donde en 15 minutos veremos un
resumen de la peregrinación de los huicholes a Wirikuta y la subida al Cerro
Quemado en el desierto de Real de Catorce.
En la segunda
sala, si
bien es imposible separar la mística de su creación artística, centramos
nuestro interés en mostrar a los huicholes como pueblo de artistas. Desde que
las poblaciones nativas de la meseta del Gran Nayar se alejan de su tradicional
aislamiento y se abren a un mercado turístico en expansión, la paupérrima
necesidad en la que vivían se va disolviendo gracias a su extraordinaria
capacidad de trabajo y la agudeza comercial de convertir una tradición que se
asfixiaba en una de las artes más conocidas y codiciadas del México
contemporáneo.
En las paredes de la sala podremos ver una secuencia
de tablas huicholas, creadas sobre maderas a las que le aplican una capa de
cera de Campeche, sobre este aglutinante natural se adhiere con extremo cuidado
hilo de estambre de una manera reiterativa hasta crear diferentes formas
simbólicas hasta que se consigue cubrir totalmente la superficie de color, en
estas tablas podremos ver desde las pequeñas imágenes utilizadas como ofrendas
votivas, con poca decoración y de una sola representación hasta las grandes
tablas que a modo de epístola cuentan la mitología de su mundo. El uso
indiscriminado del color y la profusión de formas e imágenes y con dobles
significados provoca una exuberancia de información en el mensaje, por lo que siempre
es necesario acompañarlas de unos breves textos informativos para el público
profano. A otro nivel, sorprende la delicadeza del trabajo de estos artistas y
el gran apego de la narrativa en las tablas a su pasado y presente.
Por otro lado está la representación de este
imaginario en objetos que los huicholes consiguen de otras etnias de otros Estados
del país, sobre todo provenientes de Oaxaca y Guerrero. Tallas de animales, entre
las que destacan los venados y jaguares, sobre otros tipos de fauna nacional, máscaras
de jaguar, jícaras de diversos tamaños y un sinfín de objetos, serán cubiertos
por la misma cera de Campeche y a su vez forrados delicadamente con chaquira
(cuentas de vidrio, originarias de la actual República Checa), trabajo que
llevan realizando con gran maestría desde la introducción de este material en
Mesoamérica allá por el S.XVIII.
También tendremos un espacio donde podremos
extendernos en la joyería realizada con chaquira, sobre todo por las manos
femeninas, en un principio para uso personal y de embellecimiento al que ahora se suma el comercio de estos
complementos para el sustento de las familias, vendiéndolas en diversos
mercados turísticos del país. Junto a estas obras se presentarán dos maniquíes
con la indumentaria femenina de gala adornada por la joyería tradicional.
David Israel Pérez Aznar
Curador
Museo de Arte Popular
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