Mariana Yamplosky por Alicia Ahumada |
Mariana Yampolsky. Mirada que cautiva la mirada
- Exposición dedicada a la obra de una artista, que trabajó siempre con el objetivo de hacer conciencia del significado profundo de los valores y tradiciones de las culturas populares y de lo lamentable que sería perder este acervo
A Yampolsky le fascinaba México, ese país rural que la cautivó y que con tanta destreza plasmó en su vasta labor como fotógrafa. Múltiples imágenes que luego se convertirían en más de quince libros, aparte de la enciclopedia infantil Colibrí, así como los libros de texto gratuitos de Ciencias Naturales de enseñanza primaria y secundaria, editados por la Secretaría de Educación Pública en los años 70 y 80.
En conmemoración del décimo aniversario de su fallecimiento (mayo 3, de 2002), el Museo de Arte Popular (MAP), en colaboración con la Fundación Cultural Mariana Yampolsky, la Universidad Autónoma Metropolitana y el Instituto Nacional de Bellas Artes, por medio de la Coordinación Nacional de Artes Plásticas, presenta la Exposición Mariana Yampolsky. Mirada que cautiva la mirada, a través de la cual se busca continuar impulsando el legado que dejó generosamente esta artista a México.
Esta muestra y la consiguiente publicación del Libro-catálogo Mariana Yampolsky. Mirada que cautiva la mirada -el cual estuvo bajo la custodia editorial de la UAM-, así como la realización de mesas redondas, entre otras actividades, resultan una magnífica oportunidad para mostrar a un público, que tal vez por primera vez se acerca a su trabajo, dentro del que Yampolsky alcanzó los más altos niveles en el arte de la fotografía y el grabado, lo cual ha sido reconocido en México y el extranjero.
Mujeres Mazahuas, 1989
San Agustín Mextepec,
Estado de México
© Fundación Cultural Mariana Yampolsky, A. C., México.
Mariana llega a México en 1944, a los 19 años; luego de la muerte de su padre, después de haber concluido sus estudios universitarios en Chicago, al final de la segunda guerra mundial, durante el gobierno de Manuel Ávila Camacho y todavía con la presencia activa de los artistas plásticos surgidos con el proyecto cultural de la Revolución Mexicana.
Al encontrarse ya en el país conoce a Leopoldo Méndez, Alberto Beltrán, Pablo O’Higgins y Alfredo Zalce, en el Taller de la Gráfica Popular (TGP), quienes influyen decisivamente en su desarrollo como artista plástica; y para incorporarse a las tareas del Taller, inicia sus recorridos por la provincia mexicana donde descubre el mundo rural e indígena en el cual está presente todo aquello que resonaba con los principios que ya formaban su personalidad generosa, inquieta y respetuosa. Y luego de 14 años de permanecer aquí, se
naturaliza mexicana en 1958 y vive sus restantes 44 años amando y trabajando en éste, su único país, donde muere y donde permanecen su memoria y su trabajo.
Elena Poniatoska nos dice de ella:
"De tanto andar por los caminos de México, Mariana se convirtió en parte del paisaje. Si uno mira sus fotografías con frecuencia, descubre a su autora tras el lente. Ella es el magüey, la teja, el muro, el vagón de tren abandonado, el osario, el ángel de piedra a punto de emprender el vuelo.
Las horas del día se le iban en observar a los demás. Desde niña debe haberse dado cuenta que tenía un ojo privilegiado, por eso no sólo fue fotógrafa sino que se dedicó a hacer resaltar las obras de arte de México y del mundo.
Quería que todos vieran lo que ella veía. Nadie como ella para descubrir la belleza. Jubilosa, cuando hallaba un juguete popular, una taza de Talavera, un retablo en una iglesia, su reacción inmediata era compartir.
Salir al campo fue su alegría más grande, su pan y su agua, su alimento sagrado, su comunión, la razón de sus horas y de sus días. Captar la vida cotidiana de los campesinos, sus tecorrales, sus guajolotes, sus aljibes, sus techos de palma, sus hornos de cal y canto, sus muros de piedras encimadas fue parte esencial de su vida, quizá la más importante.
Los viajes en su vochito (que conducía con una lentitud desesperante) fueron su razón de ser y sus fotografías terminaron atesoradas en un libro que lleva por título La casa que canta."
La doncella y el toro, 1992
Olinalá, Guerrero.
© Fundación Cultural Mariana Yampolsky, A.C., México.
Yampolsky alcanzó los más altos niveles en el arte de la fotografía, lo cual ha sido reconocido en México y el extranjero. Con Lola Álvarez Bravo, aprendió algunas técnicas y compartió temas similares, con ella, con Nacho López, Rodrigo Mayo, Héctor García y Lázaro Blanco, logrando un dominio propio, el cual desde siempre mostró en el manejo de los elementos de la composición armónica; aspecto que desarrolló a partir de su entrenamiento visual en el TGP.
Su naturaleza de mujer completa y verdadera le impidió buscar e imponer, escandalizar; no pretendió deslumbrar a nadie.
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