El
Concurso Exposición de Piñatas Mexicanas
que organiza el Museo de Arte Popular (MAP), llega a su sexta edición con el
objetivo de rescatar la esencia del arte popular en la fabricación de estas
significativas figuras, imprescindibles en las celebraciones navideñas.
El presídium con los ganadores |
Los
participantes procedentes del Distrito Federal -en su mayoría- y los Estados de
México, Querétaro, Morelos y Puebla, hicieron gala de su imaginación y destreza
en 150 piezas artesanales, las
cuales estarán en exhibición en el patio del MAP, durante el 17 y 18 de noviembre, de 2012.
El
concurso comprende tres premios
principales de 15, 10 y 5 mil pesos, para el primero, segundo y tercer
lugar, respectivamente. Además, el jurado otorgó 10 menciones honoríficas, con
un estimulo económico a cada una, de mil pesos.
Las
piñatas mexicanas son muestra de una tradición y costumbre que ha perdurado a
lo largo de varios siglos, pues antes de la conquista española se celebraba el
advenimiento de Huitzilopochtli en el
mes Panquetzaliztli, el cual coincidía
con la época en que los europeos festejaban la Navidad. Esto hizo que las posadas o jornadas, fueran una de tantas ceremonias de carácter
profano-religioso que utilizaron para sustituir los antiguos ritos de los
indígenas, por la fe católica.
Los
indígenas mesoamericanos llevaban a cabo un juego similar al de romper la
piñata, llamado Pa’p’uul (rompe
cántaro). El origen de este juego es maya e inicia al avisarle a los niños que
habrá Pa’p’uul, una vez que se corre
la voz, todos se dedican a conseguir cántaros que tengan algún defecto, pero
que conserven su forma; cada niño se esmera en adornarlo de múltiples colores,
y lo que se encuentra en su interior será siempre una sorpresa. Algunos llevan
iguanos vivos, otros colmenas silvestres, siendo los mismos niños los que
rompen los cántaros armados de un corto garrote, aunque sin ser vendados.
Las
fiestas navideñas son parte del mundo occidental y en México estas fechas están
permeadas por rasgos característicos fruto del sincretismo de las fiestas
prehispánicas, cristianas y populares.
La Nochebuena y la Navidad salieron de los recintos eclesiásticos para
celebrarse en los hogares, en donde se convertirían en fiestas familiares y
comunitarias.
Una
piñata se adquiere porque se admira su forma, su color, su belleza o su
fantasía, pero su destino es ser rota para regocijo de los niños, quienes a
veces recogen un pedacito de barro, papel o cartón para guardarlo junto con el
botín que obtuvieron al romperla.
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